No hay nada más dulce que un amor infantil, tan inocente. Ivette Mayson fue alguna vez mi amiga, una chica que siempre ha brillado. No solo por su belleza exterior, sí no por su curiosidad. Le encantaban los misterios, los acertijos, las pistas. Quizá eso la convertía a ella, en otro misterio. En el misterio más indescifrable del mundo. Yo era un chico normal, con una familia normal, unos amigos normales y una escuela normal. Pero ella tuvo que aparecer en mi vida, y cambiarlo todo. Ella era demasiado especial, arriesgada y valiente. Yo... pues era... Iron, un niño normal. Quizás esa diferencia nos distanció.