Escondidas.

Juguemos.

12:00 am

Salta de la cama con ansias. ¡Es media noche! Se pone las pantuflas de conejo y camina hacia la ventana. La desliza hacia arriba y con cuidado sale de la habitación. Con precaución de no hacer ni un diminuto ruido, trata de buscar la escalera con los pies. Baja cuidadosamente, mueve la cabeza varias veces porque el viento le ha alborotado la coleta.

La pequeña mira a su alrededor y se da cuenta de que su mejor amigo no está allí. Se desanima, pero no se preocupa.

Pierde la mirada en el patio trasero de su casa pensado en un buen escondite, pero se da cuenta de que Jones todavía no ha bajado de su casa. ¡Nunca se había tardado tanto! Mira su reloj de Bob Esponja y se da cuenta de que han pasado veinte minutos después de la media noche.

Con el enojo notado en su pequeño rostro que se torna rojo por la furia, piensa en en todo lo que le refunfuñara a Jones el día de mañana como si lo estuviese viviendo en ese preciso momento. Pero a Mary nunca se le cruzo por la mente todo lo que podría pasar antes de que amanezca y que el día de mañana no llegara para ella, y mucho menos para Jones.