[...]“¿Por qué me has traído aquí?” Se encontraban en una especie de almacén a unos pocos kilómetros de la ciudad. Destacaban las paredes, en las que alguien había pintado graffitis, pero, después, no había nada en la habitación. El mobiliario no existía y el suelo no era más que hierba seca. Se echaba de menos la calefacción. “Estás en peligro.” Era la primera vez que el chico hablaba desde que habían llegado al almacén. Se encontraba de espaldas a Diana, observando el graffiti de la pared, con las manos dentro de los bolsillos de su chupa de cuero. “¿Por qué? ¿Por qué estoy en peligro? ¿Qué es lo que pasa que le das tanto misterio? Explícamelo de una vez.” “No creo que fueras capaz de asimilarlo.” “Sorpréndeme.” [...]