Los años pasaban, el tiempo nunca se detuvo.
El cambio se podía palpar, pero, no podía tocar muy profundo porque me cortaba con todos los trozos.
Había algo que persistía en el tiempo, estaba rota y no sabía como recomponerme.
Estos escritos están repletos de cenizas, derramadas de algunas noches donde las caladas y el humo acompañaban cada letra. Cenizas, los restos de las historias que ya están acabadas.
Siempre me he preguntado si puede volver a arder el fuego desde sus cenizas, la respuesta, aquel fuego que revive nunca estuvo del todo apagado.