Tomó por última vez la cabeza entre sus manos y apretó el cerrar de sus ojos para que todos aquellos susurros se esfumaran. La oscuridad estaba consumiéndolo, poco a poco se dejaba llevar por la locura y dentro de él, todo estaba sin vida. Sintió como su cuerpo era rodeado por otro, como poco a poco la calidez quemaba todo ese frío que su interior contenía. Alzó la cabeza y se sorprendió al ver a la chica castaña que estos años lo había acompañado en todo sentido, su corazón había comenzado a latir con fuerza y su respiración se volvió entre cortada.- ¿Qué haces aquí? -Le susurró a la joven con la voz rota, como si fuera de cristal y recientemente se hubiera estrellado contra el suelo de una forma brutal.- Acompañarte, ¿Recuerdas? Lo prometí.- ¿De qué estaba hablando? ¿Qué era...? A su mente llegó el recuerdo de una niña que no pasaba los ocho años. A su lado, él mismo, Stiles. "¿Prometes no dejarme?" El castaño de ocho años mantenía unas cuantas lágrimas en sus ojos, ambos estaban afuera del hospital de Beacon Hills. "Hasta que mi corazón deje de latir" Le contestó la pequeña niña con una sonrisa y fundió a los dos en un abrazo. Regresó del pequeño recuerdo y abrazó a la chica como si su vida dependiera de ello.- No vallas a dejarme, Sam. - La joven dejó un beso en su mejilla y por un momento conectó sus miradas. Se perdió en el tunel café que los ojos de Stiles tenían, él, se acercó mucho más ella hasta rozar sus narices.- Hasta que mi corazón deje de latir...