–Te odio y lo sabes–dijo él al borde del arrebato, lo sabía, el me odiaba como yo a él. –Lo sé–dije aun sin creer que esto fuera cierto. Nos quedamos así, sosteniéndonos la mirada mutuamente, ninguno de los dos estaba dispuesto a vivir bajo el mismo techo. –¿Qué estarías dispuesta a hacer con tal de separarlos?–preguntó. Sabía que estaba por hacer un pacto con el diablo, pero la situación era desesperante.