para sentir placer con la lectura de la mejor poesía debemos aportar algo fundamental: la experiencia. Y así podremos sufrir, amar y odiar a través de un poema, sólo si hemos sufrido, amado y odiado en nuestra propia vida. La felicidad completa anula a la poesía, tanto como a cualquier otra expresión del arte; y hasta puede afirmarse que, sin desdicha, no habría poesía; y más aún, no habría vida.