"Perfección, esa era una palabra que Giovanna no soportaba. Había tanta perfección en su vida que lo que más deseaba ella era tener algo nuevo, incierto, dudoso, y si cabe, algún que otro error."
"Giovanna tenía ese don: era capaz de conquistar a cualquiera con sólo un par de palabras. Y ese día, su primer día en la capital inglesa, la niña conquistó dos corazones... el de Luke y el de Alexander. Y tal vez, sólo tal vez, unos cuantos años más tarde, a la hora de escoger a uno de ellos, no siguió lo que su propio corazón le dictaba, sino lo que su cerebro consideraba más correcto, más perfecto."