- ¿Quién se parte la nariz saltando a la comba? - dijo el estúpido de Nick negando con la cabeza visiblemente diverto - Levanta la cabeza o te mancharás toda la ropa - rió e hice caso, muy a mi pesar, a lo que dijo. - El deporte no se me da bien. Además no me he partido la nariz, sólo me sangra - me quejé sintiendo el amargo sabor de la sangre que llegó a mi boca por mis desafortunados sorbidos -. ¿Para qué sirve el deporte? - No sé.... quizás para correr de unos atracadores, defenderte, para no ahogarse, no cansarse con facilidad. En fin, para nada - sonrió irónico y rodé los ojos con suspicacia. Dichoso Nick, dichoso y perfecto Nick. - Soy Einstein, como tú me llamas. No Usain Bolt - sentí un húmedo pañuelo limpiar por encima de mis boca. Seguí con la mirada cada uno de sus actos y mi respiración se empezó a agitar cuando su dedo meñique acarició por un segundo mi labio inferior. - No sabía que Einstein carecía de capacidad para saltar por encima de un cuerda- se burló.