“Es fácil darse cuenta de, la diferencia que hay entre un ángel y una persona. La mayor parte de un ángel está por dentro y la mayor parte de una persona está por fuera. Estas son las palabras que a los seis años pronunciaba Anna.
A los cinco años, tenía un conocimiento perfecto de la razón de existir, sabía el significado del amor y era amiga personal y ayudante del Señor Dios.
A los seis, Anna era teóloga, matemática, filósofa, poeta y jardinera. Quien le hacía una pregunta siempre obtenía respuesta… a su debido tiempo. En ocasiones la respuesta podía tardar en llegar semanas o meses; pero finalmente, siguiendo su propio ritmo interior, la respuesta llegaba: directa, simple y apropiada.
No llegó a cumplir los ocho años; murió debido a un accidente. Murió con una sonrisa en su hermoso rostro, diciendo: ”Apuesto que el Señor Dios me deja entrar en el cielo por esto,” y yo también apuesto a que fue así.
Conocí a Anna durante unos tres años y medio. Algunas personas alcanzan la fama