Que no quiera un destino, no significa que no tenga uno. O de como Clementine Chasseur encontró un sitio al que llamar hogar, mientras viajaba en un Impala con olor a mar y una chica llamada A. en el asiento del copiloto. Hay que añadir que Destiny Rumancek es una maldita, pero eso es un asunto para hablar en otra ocasión.