Caminas por una calle, lentamente. Llevas mucho abrigo, un largo saco gris, una bufanda y un sombrero. Hace realmente mucho frío, nieva, y las calles estás cubiertas de un manto blanco y blando, pero quieto.
No hay ni un alma en ninguna parte, nadie te espera en casa, sigue siendo la tarde, pero ya está oscureciendo. Todos los negocios están cerrados. Una manta de melancolía cubre el lugar.
Una sola luz se ilumina en una punta de la calle. Al acercarte ves un bar. Hay una escalera que baja, la puerta está desnivelada. Una pequeña ventana deja ver el interior. Hay gente, no mucha. El estilo del lugar es como un bar viejo.
Hay una barman en la barra, limpiando copas, y hay tanto gente sentada en la barra como en las sillas y sillones lejos de esta. Todos parecen comodos, y el lugar emite un ambiente acogedor, y evidentemente, más cálido que el exterior.
¿Entrarás al bar?
La puerta siempre está abierta para quien desee entrar