Me invade el cansancio en un momento de mi corta vida, donde más necesito ganas y energía, pues ciertos hechos me han planteado este último tiempo una nueva visión, algo así como una nueva perspectiva, mirar el mar enfocándose en las burbujas que las olas entregan para satisfacer nuestra idea de un buen día en la playa, he cambiado, ya no soy el mismo, quizás la trivialidad del amor ataca mi cerebro de una manera tan fácil y dulce, que no soy capaz de tener en consideración todas aquellas repercusiones que esa arma de cuatro letras puede traer, debo admitir que ella, la pequeña, me eleva al éxtasis, formando en mi cabeza un posible mundo utópico medieval, donde ella se convierte en mi reina y yo su príncipe caballero fiel que prometo protegerla por siempre, y estar ahí pase lo que pase, pero una circunstancia o un ataque de celos puede derribar todo ese frenesí, destrozandome en el suelo y ahogandome junto a la realidad. Bueno, ya es hora de irme, vuelvo a la normalidad, adiós Dios.