- Sí, mamá, llegaré un poco más tarde. Me voy a quedar en casa de Lily para repasar matemáticas, así que no me esperes despierta. Te dejo que estoy llegando ya, te quiero.
Colgué y me dispuse a cruzar la carretera para llegar a la casa de mi amiga. Un coche se acercaba a gran velocidad en mi dirección cuando yo estaba en mitad del paso de peatones. Me encontraba paralizada, mis pies no respondían a las órdenes de mi cerebro y mis ojos estaban más abiertos que nunca. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Por qué no podía moverme? Pero lo que menos esperé fue que alguien me cogiera por la cintura y me sacara de ahí.
Al segundo me encontraba acorralada entre una pared y esa persona que no conocía de nada. Sus ojos azul cielo me miraban con desesperación y preocupación. El tiempo se detuvo, o eso me pareció a mí, y mi corazón se aceleró como nunca antes lo había hecho. Su respiración era entrecortada y agitada e iba al compás que la mía. Puso una mano en mi mejilla y la acarició con su pulgar. Era tan alto que tenía mi cabeza levantada y él la suya agachada. La bajó aún más y... me besó, provocando un huracán en mi interior y enviando electricidad a todo mi cuerpo. Mi primer beso. Mi primer beso me lo dio aquel chico de ojos azules que me había salvado la vida poniendo la suya en peligro. No sé si existía el amor a primera vista, pero de una cosa estaba segura, me enamoré de mi ángel de la guardia.
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