Dos Caras.

-¿Sabes? Al final voy a hacer que caigas rendida a mis pies- dijo él con el mentón en alto.
-Buena suerte con eso-"nunca podrás descubrir que yo ya he caído a tus pies, que yo ya no doy más de mí, que ya estoy completamente enamorada de ti"- por que ya tengo a uno que me caliente la cama por las noches, y que me coja a todas horas en cualquier parte que a mí me apetezca, ah, y sobretodo, que no esté con nadie- le guiñé un ojo y me viré para seguir mi camino.
No me dí cuenta de cuando el estaba a mi lado, tan cerca de mi oído que sentía su aliento sobre mí.
-Lastima que no sea lo suficientemente hombre como para sacarme de tu cabeza, o corazón, como prefieras, lastima que me deba pedir trucos para enamorate, lastima que cuando lo beses pienses en mí y en lo mucho que te gustaban mis besos, lastima que él todavía no haya tenido el placer de probarte como te probé yo, lastima que no te hayas dado cuenta de que yo ya sé que estás completamente enamorada de mí y que al hablarme de que él está solo contigo me demuestres los celos que me traes por no estar cerca de mí- se acerco más al lóbulo de mi oído y me mordió, suave pero duro, humedo pero victorioso, se separó, sonrió socorronamente y habló- lastima que no puedas admitir lo que yo ya sé.
Y con eso se viró y empezó a caminar por el oscuro callejón, en dirección contraria a mí y sin volver la vista atrás.
Solo faltaba confirmarlo aunque no quería, estaba completa y jodidamente enamorada de él, pero no, eso me encargaría yo de ocultarlo.