Un verano de locos

Tic, tac. Tic, tac.
El desquiciado sonido del reloj no cesa, y a pesar de eso a la vez parece que se ha detenido.
Los alumnos lo miran de reojo, cada vez más inquietos.
Un minuto.
Treinta segundos.
Quince.
Cinco...
«RIIIIIING,»
El timbre suena, con él los suspiros de alivio. Todos recogen sus cosas a una velocidad de vértigo. En menos que canta un gallo el pelotón se forma en la puerta; ni siquiera se despiden de la profesora de Biología.
Grandes zancadas por las escaleras y nueve amigos se reúnen en la salida. Sonríen entre ellos de manera cómplice.
Al fin. Al fin comienzan las vacaciones de verano; unos apetecibles tres meses en una casa a pie de playa.
¿Qué podría salir mal?