Sus ojos no eran ni azules, ni verdes, ni siquiera claros, pero tenían un brillo... un brillo que los hacía únicos, que los hacía hermosos, que los hacía perfectos. Todo él era perfecto. Y si, estoy perdidamente enamorado de él... Pero no quiero aceptarlo. Sus problemas y sus angustias me parten el alma, pero, ¿Importará mas mi reputación que mi amor por él?All Rights Reserved