Aunamos aquí dos palabras cuyos significados podrían parecer en principio diametralmente opuestos. Y de hecho lo son. Por un lado, la microbiología, disciplina científica encargada del estudio y análisis de los microorganismos, esos seres tan pequeños, tan necesarios y, a veces, tan puñeteros. Por otro lado, ponemos en la batidora literaria a la prosopopeya, también llamada personificación. No se trata, como cabría pensar por el nombre, de la bisabuela de Popeye, sino de una figura retórica que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas cualidades propias de los seres animados, o a los seres irracionales cualidades propias del ser humano.
Al mezclar estos dos conceptos, surge casi por generación espontánea este maravilloso y sorprendente relato, titulado con el nombre de la protagonista, donde la propia microbiología nos hace una presentación en sociedad de sí misma. Con un cierto recelo, y con un aire entre indignado y orgulloso, esta área del saber nos cuenta quién es ella y lo que piensa de esos extraños seres llamados humanos.
Hola, dime M, este es un compilado de experiencias extrañas desde el 2015 hasta ahora, también estaré documentando todo lo que me pase en la actualidad.