-¡No puedes irte!-Grité con impotencia. Como si eso ayudara. No sabía que hacer, ni como asimilarlo.-Te necesito, aquí, conmigo. -¿Como puedes decirme eso? -Te necesito para respirar, para poder ser feliz, tú me traes la felicidad. -¿Es que no lo entiendes?-Su tono de voz fue disminuyendo.-Ese es el problema.-Dijo con lágrimas en los ojos.-Tu me necesitas, no me quieres. Y cuando ya tengas todo lo que quieras, no te serviré para nada, solo seré aquella persona que te ayudó a ser quien eres ahora. Y sin más, se fue, dejándome bajo la lluvia y con las palabras en la boca, las palabras que nunca llegué a decirle. DERECHOS DE AUTOR