Después de tres años viviendo en los barrios bajos de Nueva York, Maxine Bianco se había acostumbrado a la extraña rutina de su vida, como a sus horarios de vampiro, a tratar con borrachos o simplemente a reconocer la sirena de la policía desde la distancia. Había tenido que acostumbrarse a ello a base de hostias, y vaya si lo había conseguido. Ahora le gustaba, incluso. Sin embargo, con lo que Max no contaba en su nueva vida era con aquella revolución que acabaría con su rutina, y menos aún, que la revolución de su vida fuera él. AVISO: Contiene un vocabulario vulgar y alto contenido de insultos. © 2015-2016 Esta historia tiene todos los derechos reservados.