Hace aproximadamente un año, en una estación de autobuses, ella me confesó que me quería, y yo la rechacé.
Pasado el tiempo, me di cuenta de lo estúpido que había sido al dejarla ir, al alejarla de mí.
Pero no puedo culparme, seguía amando a mi primer amor, Sandra, y la obsesión por ella no me permitía escarbar más dentro, ahí donde Kat era alguien más importante para mide lo que yo pensaba.
El tiempo me ha traído a su encuentro de la manera más desagradable, vestido de negro y con un ramo de flores para su mamá que yace dentro de un ataúd.
Es cierto que perdimos contacto, que casi no hemos hablado, y que no volvimos a salir. Pero pensé que eso no sería impedimento para que siguiera guardando sentimientos hacia mí.
Y ahora, la veo sollozando en los brazos de otro, en alguien que SIEMPRE ha estado ahí para ella.
Hace un año yo era su número uno, pero con la distancia y mi estupidez, ahora soy el número tres.
Andy siente que todo le sale mal: acaba de ser rechazado por la chica que le gusta y necesita ayuda urgente para aprobar sus exámenes o tendrá que recursar en las vacaciones de invierno. Para colmo, su madre le consigue el peor tutor de todos: Edward, el chico más grosero, antipático y con fama de ser homofóbico. El escenario no podría ser peor.
Sin embargo, con cada tutoría, descubre que Edward es todo lo contrario: es amable, divertido y está secretamente enamorado de otro chico de la escuela.
Andy, al descubrir que Edward no es lo que todos piensan, decide ayudarlo con consejos de conquista a cambio de las tutorías, no obstante, a medida que pasa el tiempo, la relación entre ambos se fortalece. Mientras Edward sigue los consejos de Andy y parece que está conquistando al chico que le gusta según sus propias palabras, Andy comienza a cuestionar sus propios sentimientos.
¿Podrán conseguir la conquista perfecta o descubrirán que el amor verdadero está más cerca de lo que imaginaban?