Ayleen Sparrons conoció la felicidad, supo lo que se siente ser feliz, pero como todos sabemos, nada es para siempre, pues, su felicidad tampoco lo fue. Ian Levnin fué su felicidad, fué su esperanza, sus fuerzas de seguir luchando contra la misma naturaleza humana. Pero a la vida nadie la contradice.., nadie puede cambiar el pasado. Eso es lo que más le duele a Ayleen. Lo único que le quedaba era verlo en sueños. Sueños que se volvían cada vez más reales. Sueños de los que no quería despertar. De los que no podía despertar... No digas nada, por favor...