El camino hacía el viejo departamento que compartíamos fue largo... Aquella mañana mi auto había decido no funcionar, por esto no me quedo de otra que tomar el autobús. Tomé asiento cerca de la ventana, y me dispuse todo el recorrido a intentar desviar mi atención de alguna manera, para evitar que el recuerdo de Francisco volviera a aparecer... Afuera el cielo estaba teñido de gris... El viento era tan helado que quemaba... La realidad de la muerte de Francisco también quemaba, en lo más profundo de mi alma...