A mis cinco, para esas fechas todo en nuestras vidas era familiar y hermoso. Mi padre tenía una empresa de exportaciones, tenía dinero y mucho, eso parecía pues nuestras cosas siempre eran mejores y más lujosas, yo siempre tenía lo que quería y no solo en navidad.
Una noche, mi criada entró en mi dormitorio y me abrazó muy fuerte, por su rostro sabía que malo había sucedido, lloraba y me decía que todo estaría bien y que nunca me abandonaría por ningun motivo. Eso me causó extrañeza, no entendía ni una sola palabra de lo que me decía. Cuando ella se fue, creyendo que yo me había dormido, me escabullí por la casa para saber que sucedía, era muy pequeña y callada y nadie me noto. Escuchando tras la puerta de la oficina de mi padre, me enteré de que mi madre había sido asesinada, por unos malos tipos. No lo entendía, ella era tan buena y no lo merecía… esto no quedara así. Esas palabras llenas de ira, provenientes de mi padre, resonaron creando un gran eco, sabía que lo decía en serio, y eso era lo que me preocupaba.
Esto cambió todo, todo para mal, papá se llenó de maldad tras descubrir la razón de la muerte de mamá, dejo todo y nos mudamos a California, compró una casa gigantesca y la hizo segura para mí, ya que era lo unico que le quedaba.
Drogas, negocios, y todo lo que le dejará dinero sucio, mi padre lo hacía. Yo nunca le dije nada, pues él siempre me ha entregado todo su amor.
Creía que a mis veinte mi vida se iba con el tiempo, yo nunca había tenido un novio, no tenía amigas o una madre con quien hablar cosas de mujeres, estudie en casa gracias a las influencias de mi padre, mi vida entera estuve rodeada de personas adultas, solo sabía cómo sobrevivir, pero nunca tuve la oportunidad de vivir plenamente y disfrutando de todas las oportunidades que la vida en el exterior ofrece.
Después de todo, no son los años de vida los que importan, si no la vida de los años.
"Bad Boys, Good Lips."