¿Qué haces cuando de un momento a otro, tu mundo se desmorona por completo? ¿Cuando la única persona en quien confiabas ciegamente te abandona? Tienes dos opciones. Sentarte allí a compadecerte de ti misma, o sacar fuerzas de tu desgracia y pelear. Yo elegí la primera. Caí en el profundo abismo de la desesperación y el dolor, y justo cuando creí que ya no saldría de allí, una mano se extendió para ayudarme. A veces, sólo tienes que creer.