Mi historia comienza aquí: Mis padres decidieron que nos mudaríamos a Tokio, deje mi escuela, a mis amigos; todo, otra vez, ellos me prometieron que nos instalaríamos en Tokio permanentemente, ya no más mudanzas, ni acostumbrarse a otro entorno cada dos por tres. Aquí conocí a mucha gente extraña, pero un chico en especial llamó mi atención, un ídolo... un Ángel Caído.