No paro de pensar en qué momento todo mi mundo dio un giro tan drástico, sin darme tiempo para coger aliento. Nunca subestimes al fuego. Pues se ha llevado todo lo que ahora anhelo y me ha enseñado que valore, lo que en mi camino se pose. Cuando estos pensamientos vuelven a mi mente no me viene ningún objeto material, cuando tu hogar se desvanece lo material carece de valor. Te das cuenta que ese lugar que llamaba hogar, se componía de personas. A las que valorabas más o menos, podían ser de tu sangre o simplemente los que formaban parte de tu día a día. El fuego no consta sólo de llamas, te puede arrebatar todo sin que estas lo toquen.
La soledad, es temida por muchos y creo que comienzo a comprender por qué. No es nada sencillo convivir con uno mismo, sobretodo rodeado de incertidumbre, nostalgia y resentimiento. Los cuales invaden tu pensamiento, agitándolo y cómo resultado no te dejan obrar siguiendo el razonamiento con el cual se nos dotó para poder sobrevivir.
Ahora no me veo capaz de ello, sólo quiero olvidar y seguir el camino, ¿pero cuál? Siempre anhelé un destino distinto, pero no a este precio, lo tenía todo y sin darme cuenta me hallo ante un camino por el cual no he vagado nunca, ni los que están en él sabrán guiarme, si están dispuestos a ello. Estoy sola y no espero, ya, socorro de nadie. Sea cual sea, aún me quedan fuerzas para seguir, no sé cómo surgen pero sigo caminando, por inercia, mi ser no me deja rendirme.