Su vida iba bien y en especial alegre, había llegado una hermanita a su familia cuando ella tenía seis años, eso la había hecho aún más feliz. Sus padres eran felices. Ella lo era. Todo estaba bien. Hasta que un día el vecino del frente, parte de la armada, mejor amigo y padrino de la hija del señor Rollins, llegó con una noticia escandalizadora que por ser parte de las fuerzas especiales de EE.UU él lo sabía. Era algo completamente ilógico. El señor Rollins no quiso creerle, pero alguien que escuchaba su conversación pensó otra cosa. ________ había oído y quiso saber más. Siempre curiosa y metiche. Ella creía que podría haber una posibilidad de que si existieran cosas como las que describió su vecino. Le asustaba, pero aun si lo creía. El tiempo pasó y nadie advertía nada de la situación. Nadie tomaba medidas necesarias, poco a poco algunas personas se iban de la cuidad con sus familias ya que sabían algo que los demás no. La familia Rollins se quedó, igual que octavo noveno de la cuidad. Y cuando ya llegó el tiempo, cuando la cuidad ya estaba echa ruinas, infectada, recién en ese momento la gente se arrepentía de cometer tantos errores; el del señor Rollins era no haber huido a la cuidad de Atlanta como su amigo se lo había advertido. Todo cambió, el mundo cambió. La gente ya no caminaba, corría. Ya no se iba a la tienda a comprar, se iba a saqueaba. Ya no podías morir, tenías que matar. Ya no dormías tranquilo, había que mantener un ojo abierto siempre. Ya no era vivir, era sobrevivir...
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