Mis pensamientos siempre me llevan a otra dimensión, a una en la que puedo ver las cosas como me gustaría que sean, con esa persona feliz. ¿Quien? Bueno, eso es confidencial, de todas formas aquí, eso es lo de menos, porque lo que importa ahora es lo que esa persona hace efecto en mi, ¿se entiende? En fin, es especial, es importante, tanto como para no querer comer, y eso que amo comer; es alguien por quien haría todo, todo a mi alcance ya sea para sacarle una leve sonrisa o para hacer que sea feliz. Se que no me importaría tener que alejarme si eso es lo que quiere, aunque duela y mucho. Se que no puedo enojarme con ese ser que tiene tanto poder sobre mi, aunque me haga sentir tan mal. Vivo por esa persona, pero temer no es vivir, ¿a que me refiero? A que vivo con miedo a perderla. Pero se que vale la pena cada segundo a su lado, porque en esos momentos sólo estoy felíz, aunque tal vez no lo parezca, es así. Esa persona es mi felicidad.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.