¿Qué define lo real de lo ilusorio? Lo real ha de ser tangible, dirán algunos. Ha de sentirse. Pero, ¿qué ocurre cuando aquello que ha de ser una simple creación mental, se transforma en el eje sobre el cuál gira nuestra existencia? El pensamiento es algo intangible. Lo que hay en nuestra mente no tiene unidad de medida, ni se la representa con alguna ecuación: simplemente no existe (al no poder ser calculado) en el mundo de la física. Si vemos al pensamiento como un espacio en blanco en nuestro mundo físico, podríamos decir que está vacío. ¿Qué tanto nos diferencia a nosotros, seres tangibles, del pensamiento, si éste es vacío? Nosotros mismos somos un 99,9999999% de vacío. Se podría decir que entre nosotros y lo que ocurre en nuestra mente, hay menos de una millonésima como diferencia real. La millonésima necesaria para definir que es real, y qué no. Pero, ¿y si el hombre, en su afán de protagonismo, creó ésta frontera separando lo tangible de lo imaginario para hacerse dueño y señor de lo que tocase? ¿y si no son más que invenciones? ¿Qué nos protege de nuestros propios pensamientos?