En un segundo todo puede irse, y en otro todo puede volver a estar bien. Era eso lo que siempre pasaba en mi vida, desde aquel accidente. Mi padre murió en él y yo presencie todo, mi madre sugirió que nos mudáramos a Buenos Aires, donde no estuve desde que nací. Tengo 14 años donde la mitad son en consultas al medico y psicólogos. No voy a mentirles, no me emociona estar en una nueva ciudad, no tengo a nadie a quien dejar mas que a mi abuelo con quien vivíamos y algunos discos viejos que él no quiso darme. Según mis medicos y mi madre, esto era para mi bien, para que yo estuviera mejor. Quizás tenían razón, quizás todo lo que paso después tenía que pasar.