Me encerré en uno de los cubículos del baño, saqué una navaja de mi mochila y la lancé en el suelo. Empecé a hacerme cortes, los más profundos que podía, mientras lágrimas caían, dándome a probar de su salado sabor.
Mis muñecas sangraban, lentamente iba perdiendo la noción del tiempo y espacio. Sentía que mi alma iba saliendo por aquellas cortadas y poco a poco, mi dolor mental iba desapareciendo. Iba a morir, Jamás había estado tan feliz, sabía que ya no iba a llorar más, ya no iba a sufrir, ya no iba a sentir, dormiría, dormiría para siempre y ese era uno de mis mayores deseos.
Desaparecer.
Ya estoy cansada de ser la burla de todos, estoy cansada de que me maltraten, estoy cansada de todo.
Éste es el día más feliz de mi vida, al fin me iré, me iré para siempre.
Lo último que pude notar es que abrieron la puerta dando a ver una figura femenina que gritaba.
- ¡Annabelle! ¡Dios, ¿Que haz hecho?! ¡Ayuda!
Sus gritos cada vez se hacían más lejanos hasta que llegó el momento en el que no logré oír nada y todo se tornó negro.
Luego el único pensamiento que pasó por mi cabeza fue: Ya todo se ha acabada al fin...
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