Los dos han pertenecido alguna vez a Erudición, otro en Verdad, ahora los tres pertenecen a Osadía
Nunca antes alguien se había fijado en la hija de Jeanine dejando de lado de quién es hija, siempre la veían como a la protegida, nadie quería acercarse por si pasaba algo, pero todo cambia cuando la chica de Erudición cambia a Osadía, ya no la verán con los mismos ojos, ya no la verán como a la protegida, ni como la niñita de "tal" ni nada por el estilo.
Ella, una chica solitaria, protectora, con mucho carácter e incluso agresiva, quería que la viesen como una chica fuerte, no quería enamorarse, ella pensaba que enamorarse era de débiles y era lo último que quería.
Él, un estilo parecido a ella.
El otro, un cabrón.
¿Logrará enamorarse alguna vez?
¿Alguien romperá la dura barrera de hielo que lo impide?
Eric se mueve entre las sombras de Osadía, sus motivaciones veladas, sus pensamientos impenetrables.
Percibe una lucha interna, una complejidad que la historia original solo insinuó.
Hay secretos susurrados en los pasillos oscuros, miradas cargadas de significado que se cruzan en los entrenamientos brutales, decisiones tomadas con una lógica fría que te hace cuestionar sus verdaderas intenciones.
Paralelamente, vislumbra destellos de otra existencia, la de una joven criada bajo la implacable honestidad de Verdad.
Su vida allí está marcada por el dolor y el abuso, cicatrices invisibles que la definen.
Aunque estos dos mundos parecen distantes, sientes una conexión sutil, un hilo invisible que los une en la oscuridad.
Su camino hacia la sanación se vislumbra como un faro de esperanza en medio de la tensión.