Prometieron que harían todo lo posible, pero lo que es peor, me hicieron prometer que no perdería la esperanza.
Y eso hice, no perdí la esperanza.
Yo cumplí mi promesa, pero ellos no cumplieron la suya.
O tal vez fue que cumplí la mía demasiado bien y creo que no hicieron todo lo posible, pero creo que es hora de romper la promesa, pues los Batas Blancas entraron a mi pequeño cuarto y solo dijeron cuatro palabras:
-Te quedan diez días.
Un pequeño alboroto se armo en el lugar, mi madre rompió en llanto y mi padre me miro tranquilo desde su silla, y me dijo todo lo que yo quería escuchar:
-Vive.
Eso ocurrió ayer, hoy es el día uno, estoy de camino a Las Vegas, porque lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.
Y eso incluye mi muerte.