Todo Potter tiene su pelirroja. Eso creerías, si no conocieras a Albus Potter. Aunque, para su hermano James, él no es del todo un Potter. Una de sus razones para decir aquello, es que Albus es un Slytherin. Y según James, ser una serpiente, es toda una abominación. Otra de sus razones es que Albus no cumple muchas de las reglas de la maldición. Sí, la maldición familiar, aquella tan larga y trascendente como la historia misma. Albus rompe con el prototipo de un Potter: no tiene los ojos de su madre. Y tampoco miopía. Ahora, ustedes se preguntaran... ¿Para qué quieres unos comunes ojos cafés si tienes unos preciosos ojos verdes esmeraldas? ¿Para qué quieres unas feas gafas redondas e ir en combinación a tu hermano y tu viejo padre? No es que a Albus le interese ser como su hermano. Es ordenado, tranquilo y educado. Un estirado, según James. Pero Albus tiene cosas muchos más importantes que pensar... como Alice... Sí, Alice Longbottom. Aquella morena que le roba los sueños todas las noches. Principal y primera causante de sus discusiones con James. ¿Por qué? Pues a eso ya se los dije. Alice es morena. Algo en contra de la naturaleza de un Potter. Enamorarse de cualquier mujer que no sea una pelirroja, es una gran falta. ¡No puede romper la regla de oro de la maldición! Y, por más que James insista en que debe encontrar a su pelirroja, Albus está demasiado cegado por Alice... su chica favorita desde los trece años. Está cansado de seguir las reglas... ¿Quién sabe? Tal vez, desde un principio estuvo destinado a deshacerse de la maldición. Está dispuesto a hacer lo que sea por Alice, enfrentarse a las probabilidades y a sus miles de antepasados... claro que no sabía que sus planes darían un giro inesperado, al no darse cuenta a tiempo de la preciosa pelirroja que cruzaba en su camino. Secuela de "Amelie Moore y la maldición de los Potter".