Capítulo I
Tan solo un sueño.
Las mañanas siempre comenzaban de la misma manera, con un terrible stress que le oprimía el pecho como si un brontosaurio hubiese optado por usar su torax como mullido asiento, era una sensación insoportable y si a eso le agregaba su creciente somnolencia (que empezaba a temer fuese el síndrome Gelineau) la acechaba todas las mañanas con la fiereza de un velociraptor rabioso, y contra aquella bestia demencial solo conocía un arma eficaz, su fiel y amada tasa dinosaurica (ese era el nombre con que la había bautizado ) era una tasa verde que lucía un par de ojos amarillentos y una hilera de dientes filosos de un Tiranosaurio y la oreja de esta taza asemejaba la cola de aquel terrible reptil, tal vez solo era una simpleza que había conseguido en un pequeño basar que vendía antigüedades de los 80's pero cuando la vio aquel día, fue amor saurico a primera vista, todas las mañanas la miraba fijamente con sus ojitos entrecerrados, le sonreía y se apresuraba a cargarla con la meticulosidad de un arma de fuego, cantidad exacta de azúcar, crema en polvo y ración triple de café y a veces cuádruple de café, cargada su taza dinosaurica revolvía su brebaje, que siempre tomaba un color extremadamente oscuro aun con la crema, le recordaba las fosas de brea que se veían en sus películas, donde algún torpe y descuidado dinosaurio solía ser devorado entero por aquella oscura sustancia, esperaba que también fuese capaz de devorar en sus negras entrañas al saurio del sueño que desgarraba a diario su lucidez (aunque ella pensaba que el alimento favorito de las fosas de brea eran los mamuts de eso estaba segura), instantes después de tontear alegremente, sus ojitos eran a cada segundo líneas más y más delgadas, tomaba con ambas manos la tasa, como si esta pudiese escapársele de las manos en cualquier segundo y descargaba de un largo sorbo toda la sustancia, que atravesaba con avidez su sedienta garganta de vigilia.
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Sometimes love is the strongest magic of all
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Nineteen-year-old Rhia Greenbrook has lived in the sleepy town of Oakriver in a house with three generations of witches her entire life. Rhia draws her magic from the earth and likes to spend her time amongst plants and nature. Her practice is gentle, sacred, and-per her family's tradition-secret.
New-to-town witch Valerie Morgan is looking for answers about her mother's disappearance from Oakriver seventeen years ago. Without her mother's guidance, Valerie has cultivated her fire magic on her own and she makes no effort to keep her powers hidden. Although Rhia is immediately annoyed by Valerie's blatant use of magic, she can't deny the instant magnetism between them.
But amidst their magical connection, a dark presence looms over Oakriver. Unsettling visions from Rhia's grandmother and dangerous sleepwalking episodes throw into question Valerie's past and what role her presence plays in the strange happenings. And as Valerie gets tangled up further into the darkness, it's up to Rhia to tap into the full potential of her power in order to save the town she loves and the girl she's fallen for.