Capítulo I
Tan solo un sueño.
Las mañanas siempre comenzaban de la misma manera, con un terrible stress que le oprimía el pecho como si un brontosaurio hubiese optado por usar su torax como mullido asiento, era una sensación insoportable y si a eso le agregaba su creciente somnolencia (que empezaba a temer fuese el síndrome Gelineau) la acechaba todas las mañanas con la fiereza de un velociraptor rabioso, y contra aquella bestia demencial solo conocía un arma eficaz, su fiel y amada tasa dinosaurica (ese era el nombre con que la había bautizado ) era una tasa verde que lucía un par de ojos amarillentos y una hilera de dientes filosos de un Tiranosaurio y la oreja de esta taza asemejaba la cola de aquel terrible reptil, tal vez solo era una simpleza que había conseguido en un pequeño basar que vendía antigüedades de los 80's pero cuando la vio aquel día, fue amor saurico a primera vista, todas las mañanas la miraba fijamente con sus ojitos entrecerrados, le sonreía y se apresuraba a cargarla con la meticulosidad de un arma de fuego, cantidad exacta de azúcar, crema en polvo y ración triple de café y a veces cuádruple de café, cargada su taza dinosaurica revolvía su brebaje, que siempre tomaba un color extremadamente oscuro aun con la crema, le recordaba las fosas de brea que se veían en sus películas, donde algún torpe y descuidado dinosaurio solía ser devorado entero por aquella oscura sustancia, esperaba que también fuese capaz de devorar en sus negras entrañas al saurio del sueño que desgarraba a diario su lucidez (aunque ella pensaba que el alimento favorito de las fosas de brea eran los mamuts de eso estaba segura), instantes después de tontear alegremente, sus ojitos eran a cada segundo líneas más y más delgadas, tomaba con ambas manos la tasa, como si esta pudiese escapársele de las manos en cualquier segundo y descargaba de un largo sorbo toda la sustancia, que atravesaba con avidez su sedienta garganta de vigilia.
Werewolves and vampires don't mix, or that's what Kieran Callisto, a seventeen-year-old vampire, has believed all his life - until he falls for the Alpha's son.
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When Kieran meets his new classmate, Mason Kane, he bristles with an unexplainable disdain. Soon it becomes apparent why: Mason is a werewolf. But when a fight turns into a sudden kiss that neither expects, Kieran's feelings for Mason turn to attraction in an instant. None of it makes sense - vampires and werewolves are supposed to be mortal enemies, so why does Kieran find Mason so irresistible? He knows that each kiss is dangerous, each bite is unpredictable...