Éramos otra vez los nuevos; instituto, vecindario, país... Todo volvía a comenzar, y no precisamente para bien, o almenos eso pensaba yo. Sí, era muy pesimista aveces. Ya estaba cansada de ir y venir de un lugar a otro. ¿Por qué mierda teníamos que estar huyendo? ¿Por qué no intentábamos afrontar nuestros problemas como personas normales? Oh, claro, no éramos personas normales. No, no teníamos súper poderes o algo por el estilo, aunque me gustaría tener el poder de desaparecer aveces. Yo y mis queridos pero aveces idiotas hermanos teníamos algo como un "negoció" familiar muy diferente a los demás. El problema no estaba en vender drogas. No, claro que no, eso lo llevábamos en la sangre. El problema era el maniático asesino traficante que nos quería muertos. La mejor representación en carne y hueso de que el hombre era el verdadero y único monstruo; nuestro padre. Muertes. Traiciones. Amores no deseados. ¿Por qué entre todos los chicos de California, tuve que conocer a Dylan? Ya tenía muchos problemas como para ocuparme de otro más. Porque eso era él. Un problema. Uno castaño, con unos increíbles ojos cafés.