-¿No me vas a dar si quiera un beso de agradecimiento? -dijo acercándose más a mí.
-¿Acaso se te ha muerto la neurona y te has vuelto más idiota de lo habitual, Miller? -contesté, y quise alejarme de él, pero como me encontraba acorralada entre sus brazos y la puerta, me fue imposible.
-¡Oh, vamos! Mary Jane besó a Spiderman cuando la salvó -se volvió a acercar más, y juro que me entraron náuseas.
-Ya, pero aunque yo soy pelirroja, tú no eres una araña mutante.
Se podría decir que Eleanor Leroy y Nathan Miller no se llevan... bien, por no usar palabras mayores. Por eso es entendible que, llegados a cierto punto, Eleanor se hartara tanto del idiota engreído con el que compartía apartamento, que decidiera dividir el piso para así pasar el menor tiempo posible con ese estúpido.
Pero qué pasa cuando todo se convierte en una especie de juego. Una apuesta sobre quién cruzará antes la línea que los separa porque no es capaz de aguantar la tentación.