Las normas para sobrevivir eran sencillas y claras: 1.No lo nombres. 2.No lo mires directamente. 3.Jamás lo desees. Cassandra las conocía y nunca se atrevió a incumplir cualquiera de estas tres pautas. ¿Pero cómo no caer en la tentación de averiguar quien es el Ángel de Fuego del que las leyendas hablan y a quien todos temen? Una noche, ella despertó entre gritos de dolor y con el hedor de la muerte impregnando su fría habitación. Él la miró y sonrió oculto entre las sombras de la pared. -¿Querías verme, Cassandra? Esta obra está registrada legalmente, cualquier intento de plagio o robo de ideas será denunciado y sancionado. Código de registro #1702100706255