Recuerdo el día en que me otorgaron una beca, mi padre era la alegría en persona y mi madre el entusiasmo, el orgullo latente se reflejaba en sus expresiones.
¿Acaso podía la felicidad ser tan efímera?
Sí, nada dura para siempre, y eso lo comprendí de la manera más inhumana. El mundo es cruel y despiadado, las personas lo eran.
Mis padres fueron asesinados.
Malditos. Un dolor descolosal se mantiene en mi pecho, el crimen quedó impune, toda la sociedad era impura y sórdida.
¿Cómo puedo seguir con mi vida?
Por ellos. El sueño que depositaron en mi y el anhelo de buscar justicia.
¿Puedo rescatar algo de mi desgracia?
Por supuesto, un día me tope con unos ojos negros que me apresaron, levité en el limbo desligada de mis sentidos, sólo pude fijarme en sus destellos negros, profundos y opresores.
Aquél hombre se convirtió en mi soporte, no sabía que desde aquél momento estaría sujeta a un cataclismo de emociones indescriptibles.
Después de mi larga travesía, me daba cuenta que la vida es una comedia para quienes piensan y una tragedia para quienes sienten.
Sólo hay algo que sé con seguridad... Al final del camino, muchos secretos saldrán a la luz.