Y ahí están, iluminados por los destellos carmesíes del lago, cansados de la incertidumbre, de la cobardía. Ella, vertiendo sus excusas en el corazón triste del muchacho. Él, acechando el momento en que ella alimente de nuevo el silencio. ¿Y el lago? ¡El lago espera! Ansía el momento en que la danza se termine y lleguen las palabras, unas palabras más hermosas que el silencio.All Rights Reserved