La Chica Que Jamas Regresó

Había una casa, con una puerta que ya no se abría, donde los que vivían en ella al verla solo bajaban la vista hundiéndose en recuerdos.
Esta puerta, con un nombre tallado en madera, decorando y proclamando al ocupante de la habitación, era un recuerdo de bellos momentos.
El nombre ahí era de una niña que creció, y dejo el lugar por una disputa en la que ella no tenía nada que ver y aun así fue afectada.
Las telarañas se acumulaban en el baúl de sus viejos juguetes.
Los peluches con los que dormía soledad sentían, la radio se había descompuesto por desuso, la cama yacía tendida y acumulando polvo; esperando el regreso de su dueña, aun si ella ya no pudiera usarla al haber crecido.

A raíz de la disputa entre el dueño de la casa, su abuelo. Y su padre, ella no pudo volver a visitar a aquellos que tanto amaba.
La familia ahora separada, que tan unida era, se desmoronaba como las galletas que la pequeña solía hacer al lado de su abuela.

Las vacaciones no serían lo mismo, ella lo sabía.