El verano ha llegado y Olivia y Adam necesitan desesperadamente una manera de ganar dinero.
¿Trabajar en un bar? ¿Criar ranas? ¿Vender organos?
¡No!
Su plan es algo más cutre que todo eso. O al menos, eso he oido.
En una cita en la playa, Renata le confiesa a su novio que ha decidido trabajar en el negocio familiar en vez de ir a la universidad, lo que no sabe es que aquella tienda trabajan empleados de lo más peculiares.