Lo miraba moverse con gracia sobre el escenario, su expresión segura, su voz encantadora, no había nada en el que no fuera genial, su forma de actuar en el escenario era un poco diferente a la que usaba cuando estaba conmigo, sin embargo siempre era un chico grandioso, cantaba hermoso la verdad es que siempre le admire de todo corazón. Lo miraba con pasos ágiles, pies ligeros y movimientos llenos de gracia.
Cada pequeño gesto que hacía lo iba grabando en mi mente, no bastaron más de unos segundos para obtener un guiño hacia dónde me encontraba, me limité a sonreír, aunque por dentro estaba que moría de felicidad, y es que él era el chico del que me enamore.