Lidia no había escogido ese viaje, pero no importaba. Su padre había planteado la decisión y toda la familia se había embarcado en el inmenso trasatlántico rumbo a... ella ni siquiera sabía hacia dónde iban. Pero obedeció, porque siempre supo que era lo que mejor se le daba, o porque su madre siempre decía que los niños no deben hacer preguntas porque no saben nada de la vida.