En el tren se encontraba una chica joven con los ojos húmedos y apagados. -Me mudaré a España y continuaré allí mis estudios universitarios de literatura. Viviré sola y cuando pueda, crearé mi propia librería en la que las personas puedan venir a leer las magníficas obras de arte que una frágil y simple hoja puede contener -pensaba la chica mientras sus ojos se llenaron de lágrimas. El final del nostálgico curso que la chica vivió ese año hizo que cambiase de ser inocente, cariñosa y risueña a ser alguien realista, seria y con objetivos claros. Maggie comenzó a vivir en una atractiva ciudad en la que después de terminar sus estudios de literatura, a los veintidós años decidió abrir una tienda en una de las bocacalles de la Gran Vía Sur. La fachada de la pequeña tienda parecían ser las murallas de una ciudad medieval en la que, estaba incrustada la pequeña y metálica puerta de rejas de color oxidado. Paralelamente, en el lado derecho de la puerta se encontraba una cristalera por la que, a través de ella, se podían divisar varios libros de tapa dura y lisa con unas letras doradas, resplandeciendo cuando la luz amarillenta del interior las tocaba. Estas letras formaban la frase "Jardín Solitario".All Rights Reserved
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