Iba caminando sobre un empedrado callejón, la luz del otro lado parecía más lejana e inalcanzable a cada segundo que pasaba. Era una noche fría y na pequeña llovizna caía sobre el bulevar, el petricor picaba espesamente en su nariz. Una risa aguda resonaba estrepitosamente en aquel angosto lugar, y unos pasos entaconados avanzaban chapoteando cada vez más rápido hacia él. Quería matarlo. Todo había pasado tan rápido. Unos meses atrás, Thomas había ido a un viaje de negocios en Las Vegas. Cansado de su monótona vida de casado, decidió ir tras una aventura.