Inhalando profundamente, los sentidos de Logan filtraron los diferentes olores que llenaban el restaurante, hasta encontrar el que buscaba. Bryn. Nunca llevaba perfume. Se deleitó con el olor natural, cálido y fresco de ella. Bajó las pestañas sobre unos ojos que comenzaron a brillar con una luz dorada. Una satisfecha sonrisa se mostró en los duros labios masculinos. Desde luego, ser hombre lobo tenía muchas ventajas.