Verlo de lejos era como ver la mejor obra y desear tocarla, sabiendo todas las consecuencias que traería o sentirte que al tocarle te sientas en el cielo y luego bajes, a darte cuenta de que no mereces semejante belleza. Verlo de cerca, eso era como el mismo infierno dentro de ti, sonrojarse sin poder ocultarlo, no saber que hacer o como actuar, perderte y encontrarte en sus ojos; era sentirse amada sin estarlo. Pero perderle, joder, fue la más dura de mis batallas, y aunque luché, era mejor aceptar que no era para mí. y creo que para mostrar mis sentimientos ya era muy tarde y lo único que me quedaba era estas cartas, que espero lea algún día.
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