Nueva en aquel pequeño pueblo. Después de marearme por horas, mi padre se decide en aparcar el coche en la puerta de un garaje blanco, cuyo acompañaba a una casa de color gris. Al bajar, unos chicos en monopatín aparecieron por mi derecha asustándome y haciendo que cayera encima de un charco de barro. El muchacho que me asustó, se empezó a reír, en el momento coge su teléfono móvil y por la brillante luz que sale de el, pudo adivinar que me acaba de hacer una foto. Ese fue el momento en que vi mi futuro claro. En este pequeño pueblo, no me iría nada bien.